Ella implora
repetidamente
¡serénate!
Implora,
implora.
La voz cae a lo profundo
de la falla corporal donde
se aferra,
recibiendo una caricia
displicente antes de dormir.
Vomita.
Se limpia
y ya casi rendida,
llora.
Por qué he crecido tanto
elvira ramos
ESCRIBIR no salva pero ALIVIA
martes, 8 de septiembre de 2015
jueves, 28 de mayo de 2015
domingo, 22 de febrero de 2015
Útero: la consciencia del vómito.
"...
Vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada".
César Vallejo.
El trabajo de Abel Azcona rezuma dignidad, necesidad de hacer y de ser, de
supervivencia. Sus bases acumulan la posibilidad de crítica a conceptos como el
amor puro, el honor familiar, la piedad, el agradecimiento y el respeto, sobre
todo, una crítica a lo que cada uno de nosotros considera respeto.
Se trata de un proceso de duelo ininterrumpido, la entrega del corazón de
la res que entra por sí misma al matadero.
Es la voluntad de
sufrir en ti para no hacer sufrir a otros. Un llanto no por el abandono, sino
por la imposibilidad de enfrentarse a él.
"Útero" es el velatorio de lo no nombrado, por que no es que la
destrucción sea el origen de uno mismo, sino que nuestro único origen es la
destrucción, si no, de qué el llanto y la sangre presentes en todo
alumbramiento... La pena es que no todos pueden ver la luz, cuando es ella
quien quema.
Mi primer contacto con Abel Azcona en una ciudad inhóspita y mentirosa como
es Madrid, que parece estar siempre queriéndote convencer de que algo increíble
va a pasar ese mismo día y luego nunca pasa nada, es sincero y visceral.
Y no puedo evitar una punzada en el estómago cuando compruebo que su
lenguaje corporal expresa lo mismo que su mirada y sus palabras. Hay tanta
necesidad de congruencia en estos tiempos, que cuando me encuentro ante
un desbocado chorro de ella, me aferro hasta desgarrar mi piel, porque duele,
pero en ese mismo instante corroboro que ha empezado a suturar mi herida de la
jornada, para siempre.
Porque en "Útero", el cuerpo de Abel Azcona adquiere un estado de
conciencia en el que cada vez pesa más la indiferencia que ha vivido durante su
infancia, y el rechazo que habitó en él una vez, un profundo vacío atraviesa la
movilidad de su cuerpo orgánico y pasa a tener un nuevo estado vital, la
inercia.
El impulso del corazón que casi se escucha y la hiperventilación que se
percibe en las distancias cortas, conforman la intimidad mental de la que te
hace participe y que apenas te permite seguir respirando.
Para mí, lo importante de esta performance, es
que el pensamiento se expone de manera visceral, y que Abel defiende su
identidad por medio de la experiencia corporal. En Espacio e Identidad
encontramos algo que proporciona el arte actual, espacios de energías libres
que hacen de sí mismos un cuerpo,
un útero, donde Abel, por fin, desata su furia contra sí mismo y como ocurre
con Beckett, el goce del que el espectador disfruta, aparece a la vez que la
propia decepción del sujeto y del sentido.
No es, “Útero”, sino un rito perfectamente
defendible como práctica social, y Abel se convierte en un chamán al servicio
de la audiencia, y en algunos momentos me recuerda a la tan manida iconografía
religiosa enfrentada a elementos paganos, nada lejana de una identidad a partir
de comportamientos que para algunos son considerados masoquistas.
Sin embargo, la corporeidad del trabajo de Abel
conlleva, para mí, la unificación de las categorías que conforman la existencia
humana, lo social, lo psicológico, lo biológico y lo cultural. Y como decía
Duchamp, en la performance de “Útero”, el público que asiste establece contacto
entre la obra y el mundo exterior, y permite descifrar e interpretar con
profundas calificaciones cuánto y qué aporta al proceso creativo global.
Tengo la sensación de que el “yo” que ata la
soga al cuello de Abel termina en “mí”, y que, a pesar de que somos un cuerpo
que habla con la voz, también somos un cuerpo con derecho a exclamar de dolor
cuando no puede más, o cuando no se permite salir a esa voz.
Es la obra de Abel Azcona abierta, una pieza
que no ofrece soluciones, sino que plantea enigmas a los que la contemplamos, y
todo ello, con la exigencia personal por parte del artista, de una experiencia
artística y estética de lo semiótico hacia lo performativo. El espectador se ve
obligado al acontecimiento de la obra que hace temblar por momentos sus
cimientos emocionales e incluso, en ocasiones, morales.
Pero nada sería ya en nosotros, sin este
despertar brusco que supone asistir a una performance de Azcona, y en nuestro
individualismo queda la libertad de elegir si queremos seguir soñando o
preferimos mancharnos de barro y construir con nuestras propias manos, los nuevos cimientos del arte social, urbano, político,
humano, al fin y al cabo.
Notas sobre "Sinless", acto performativo de Abel Azcona
-->
“La libertad se afirma en contra de la sujeción. Primero
reconocer el mundo, lo utilitario, la previsión del futuro: las prohibiciones
morales, luego, transgredirlas”.
“ Diarios”, Alejandra Pizarnik.
La pureza de sangre es lo mismo que
la limpieza del alma. Hay que pagar un precio alto por mantenerlas. En esta
vida todo tiene un precio, y todos pagamos.
La relación entre cuerpo y lenguaje
es tan intrigante como la de la palabra y la cosa, la adhesión que crea entre
la experiencia y el objeto.
El cuerpo de Abel Azcona es el nexo entre su lenguaje y el nuestro, la
mimesis en la que nos veremos envueltos en esta performance, me lleva a
recordar las palabras de Walter Benjamin, “en todas las lenguas y en sus
formas, además de lo transmisible, queda algo imposible de transmitir, algo
que, según el contexto en que se encuentra, es simbolizante o simbolizado… no
es sino el devenir del lenguaje propio”, pues bien, en esta inmaculada
habitación en la que se encontrará usted, verá la belleza descarnada de alguien
que ha ofrecido lo único que ha tenido siempre en propiedad, su cuerpo, al
mejor postor, al más valiente, al más necesitado de cariño, al más morboso, al
más inquieto, a cada uno de nosotros que al mirarnos en el espejo del baño, no
veremos a Abel Azcona, sino a nosotros mismos, nuestro pecado original repetido
una y otra vez hasta la saciedad, porque somos humanos y tropezamos siempre con
la misma piedra.
La rebelión
consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos, en restregarse con
estropajo hasta herirse para
limpiar los restos de la noche libidinosa anterior, en purificarse con el agua,
que da igual en qué religión, siempre ha gozado del prestigio de limpieza, de
iniciación a una nueva vida, de ser el medio por el cuál podemos gozar del instante
privilegiado de una “nueva oportunidad”.
El verbo se
hace carne y la mancha con la que nació Abel Azcona es una señal indeleble en
su alma, y él ha hecho que cada una de sus heridas vitales también estén
representadas en su cuerpo.
La noche siempre
ha sido pasto de fantasmas, con ellos convive y de ellos se alimenta, y será de
ellos, de quien por la mañana se
libere en un ritual, tras retozar entre los restos de los deseos no consumados
de los participantes de “Emphaty
and Prostitution”.
¿Qué nos
hace desear un cuerpo ajeno al nuestro?¿ Cuál es el momento en el que tendemos
la mano al pasajero oscuro que coexiste en nosotros con la moral, la ética y la
personalidad? Es más que probable, que lo que nos lleve hasta esta habitación
de hotel no sea el nombre de Abel Azcona, ni el morbo de su cuerpo bajo una
ducha helada. Afirmo que será la necesidad que todos tenemos de sentirnos
limpios de aquello que nos atormenta, de aquello que nos hace sentirnos
vulnerables.
La restitución
del pecado cometido, la aceptación de un lenguaje propio del más común de los
mortales hace que esta performance, “Sinless”, nos reconcilie con nosotros
mismos, nos aporte claridad a la hora de comprender que no es malo querer mirar
la “suciedad” de frente, lo banal del cuerpo y del deseo físico y emocional del
otro, la búsqueda de la pérdida del control. Porque todos buscamos existir
libremente aunque sea por un segundo. Y bajo el agua, Abel Azcona queda
inmaculado y libre por fin de todo el peso nocturno de la transacción económica
del día anterior.
Al fin y al
cabo, todo gira en torno al deseo, el origen del trabajo performativo de este
artista está en la consumación de un deseo carnal cuyos agentes fueron un
desconocido y su madre biológica, por lo que, con la ejecución del deseo,
nosotros y él no estamos sino siendo solidarios con la idea de sujeto humano
agente de las acciones de las que se responsabiliza.
Cada
“mancha” en nuestro corazón hace
mella en un tejido vivo, el cuerpo de Abel Azcona es el mayor ejemplo, de
hecho, la mancha de un acto prostitutivo ha dejado una vida que no es sino de
supervivencia ante el error social y personal ajeno a él.
Cada una de
las acciones son una llaga, un
trauma, una cuchillada, un corte, una desolladura, un arañazo, una mutilación,
la escisión o el corte entre lo que somos y lo que aparentamos.
Lo que
consigue Abel Azcona bajo el agua es salir de sí mismo, desubicarse, disparar y
proyectar-se excesivamente hacia nosotros, nos empuja al desorden y al
capricho, cuestiona la máxima expresión de la libertad, reflejada en la
consumación la noche anterior de un deseo ajeno, llevada al paroxismo, y a la
vez reivindica el placer y la vida, el derecho a decidir “ser”, con todas las
consecuencias o directamente “no
estar”.
Saldremos de
esa habitación más maduros, viendo mucho más claramente que, el cuerpo, es el
medio de obtención de vida y de muerte, que nuestras emociones a flor de piel
al cruzar el umbral de la puerta de ese hotel no serán sino la muestra de que
estar vivo tiene un precio y de que Abel Azcona lo está pagando con creces.
Sean
bienvenidos, y disfruten de la estancia.
Texto curatorial de “Empathy and Prostitution", obra del artista Abel Azcona.
-->
Luis Cernuda decía que el deseo es algo cuya respuesta no existe. El
dolor podría ser una de esas inexistentes respuestas, sobre todo el dolor de
alguien que vive con el estigma de su origen como único hilo argumental de su
vida.
Abel Azcona, consciente de que su vida, que no su trayectoria vital, fue
un error consumado por madre prostituta y su progenitor desconocido, nos
invita, en “Empathy and Prostitution” , a comprender que los errores siempre son abonados aunque
no necesariamente en primera persona.
La acción performativa a la que asistí, abrió y cerró un círculo de sexo
a cambio de la “no soledad”, que sentimos todos en algún momento de nuestras
vidas, y que es lo que considero, que
subsanan las prostitutas, a parte de con su cuerpo, con la compañía que
proporcionan.
Además, me consta, que no siempre hay consumación física sexual, por
tanto, se confirma mi teoría de que el sexo, no es sino un complemento más de
todas las necesidades que cubren con su trabajo. Y de ahí, mi atrevimiento a dar
un nuevo nombre a la “compañía femenina”, a la búsqueda del vínculo, con el
propio yo por medio de otro. El
recibimiento que hacía el artista, no era sino un prólogo y epílogo del dolor
de vivir marcado para siempre. La desnudez, tendida y limpia de simbolismo, con
la que se presenta, como una pintura renacentista, muestra la fractura
emocional que arrastra, que no es fiel reflejo de la fortaleza interior con la
que consigue sobreponerse a la
mimetización materna que persigue inicialmente en su trabajo.
Y digo inicialmente, porque no es sino el punto de partida para obtener
un profundo conocimiento de sí mismo y procurarse una medicina alternativa y
propia, que ataque a la raíz de todas sus cuitas y dentelladas emocionales.
La deconstrucción de lo que somos
nos lleva a aceptar por qué lo somos y has adónde podremos llegar. A
partir del enfrentamiento consigo mismo, Abel Azcona nos preparó para obtener
de él lo único que podía objetivamente ofrecer sin perderse en el abismo: su
cuerpo y el espacio en el que habitaba. La pulcritud con la que no recibía en la cama es la metáfora de lo que
podemos encontrar en esta sociedad hipócrita, que permite la comercialización
del cuerpo de una mujer, pero no la libre disposición del mismo por su parte.
Así autodefinido como “un error social”, el artista transmitía su más absoluto
desprecio a aquellos que no sólo no cuidan de que esos errores no se cometan,
sino que colaboran en su ejecución bien activamente o sucumbiendo al ingente
interés económico que la prostitución mueve en casi todos los países.
Allí estaba todo, lo maravillosamente artístico
de esta atrocidad en los ojos de Abel Azcona, que al mirar al participante de
“Emphaty & Prostitution”, le mostraba el respeto por la acción que
ejecutaba, fuera la que fuera; porque si algo tiene este artista, es la
capacidad de hacerte sentir libre de culpa y juicio frente a todo que quieras
enseñarle.
El terror que tiene a sentir en su interior el eco que toda emoción deja,
le llevó a hacerlo a través de un intercambio económico simbólico, que le
aportaba la justificación necesaria a la hora de recibir el roce de una mano,
el calor de una boca en su cuello o una simple palabra susurrada al oído.
La acción que se desarrolló en esta habitación de hotel, no curó sus
heridas, sino que hizo que algunas de las nuestras volviera a abrirse, y fue
entonces cuando comprendimos que, de alguna manera, la imposibilidad de sentir
que dice tener el artista, debido a su infancia llena de maltrato, abandono y
soledad emocional, ha sido causada
por el no reconocimiento social de la soledad que todos sentimos y que,
paradójicamente, nos lleva a la individualización y la desprotección frente a
los errores ajenos.
La herencia de Abel Azcona es la postura de su madre, el vacío de su
ausencia y la confirmación de ser quien es y reconocerse como tal. Lo que él no
sabe, es que su nacimiento supuso la llegada de un mesías renovador, cuyo
mensaje, a pesar de la violencia y oscuridad que esconde, es lúcido y próspero,
para una sociedad siempre en lucha con sus necesidades básicas y sus
moralidades…y que frente a la absoluta falta de amor, bien está su
inteligencia.
domingo, 1 de febrero de 2015
Lo hemos dejado todo
Hemos perdido juntos tanta nada
que el hábito persiste y se da vuelta
y ahora todo es ganancia de la nada.
Roberto Juarroz.
El día que deje de caer así la lluvia
volveremos a decirnos cosas bonitas al oído,
reconoceremos de nuevo el olor a pan
recién hecho,
abriremos los regalos con lágrimas en los ojos,
sabremos por qué nos quedamos
el uno junto al otro
tanto tiempo.
El día que deje de caer así la lluvia,
miraremos, una a una, las flores del parque
de la esquina,
invitaremos a café al portero de la finca,
separaremos una vez más los yogures
por colores.
El día que deje de caer así la lluvia
compraremos una botella del vino
que tanto nos gustaba
y tardaremos media hora en decidir
por qué brindamos.
El día que deje de caer así la lluvia,
será la derrota de todo lo que fuimos,,
el final de la esperanza, tal y como, tú y yo,
la inventamos,
la tristeza generacional ganará las elecciones.
El día que deje de caer así la lluvia,
si no nos ha mojado mucho,
podemos ir juntos de la mano al paraíso.
lunes, 29 de diciembre de 2014
lunes, 20 de octubre de 2014
jueves, 25 de septiembre de 2014
Homenaje a Olga Orozco
No me dejes entonces nunca a solas con mi desconocida:
no me dejes conmigo.
Yo que lo hice ya una vez,
te puedo enseñar a caminar sobre cristales rotos,
acariciarte con heridas en las manos,
o acaso decirte cuánto ocupa la palabra ausencia.
no me dejes conmigo.
Yo que lo hice ya una vez,
te puedo enseñar a caminar sobre cristales rotos,
acariciarte con heridas en las manos,
o acaso decirte cuánto ocupa la palabra ausencia.
domingo, 3 de agosto de 2014
canciones antiguas
Todo empezará a ir bien
por supuesto que sí
cuando comprendas la importancia
de la palabra "equilibrio".
por supuesto que sí
cuando comprendas la importancia
de la palabra "equilibrio".
lunes, 21 de abril de 2014
Los dolores de otro
Me despierto en una habitación que no es la mía. No es mi cama. Las sábanas no huelen a mí.
Por màs que me restriego no me raspan las heridas. No me pierdo en su anchura porque no la tiene. Es lo que me gusta de ella. La pequeñez me protege el alma. Últimamente pesa demasiado. Siempre ha pesado. Me despierto con dolores que no son míos. Los 50 mg de las pastillas blancas han adormecido mis riñones, espalda y ovarios. Pero me duelen mucho las últimas palabras oídas esta noche. Como las uñas de los gatos arañando la piel. Como el fuego en las manos. Como la falta de aire. Como cuando ella se fue. Como todo lo que me duele así. Me despierto en una habitación que no es la mía. No es mi cama. Las sábanas no huelen a mí. Por más que me restriego no me raspan las heridas. No me pierdo en su anchura porque no la tiene. Por eso he venido a esta cama. Por donde está. Para no perderme más. A pesar de los dolores de una que impedían mirar de frente al sol de estos últimos días. La ceguera vital que comparto con un amigo que ama la literatura más que a sí mismo pero que no quiere saberlo. Por eso he venido a esta cama hoy. Para encontrarme.
Eso es lo quiero. Usar por fin la palabra encontrar. Lo he encontrado. Entre miradas. Me despierto en una habitación que no es la mía y veo de frente un diccionario de la lengua. La lengua en pedazos. El alma en pedazos. El libro de Clarice que me hace pedazos. La poesía de Alejandra que tengo grabada en el móvil que me hace pedazos. La profunda tristeza que una vez comprendí en ti que me hace pedazos. La sutil diferencia de mi tela de araña que me hace pedazos. La vida que has vivido que me ha hecho pedazos. Tu amor que me encontré cuando todo venía de estar en pedazos. Recoger los pedazos. Morir en pedazos. Amar a pedazos. Dormir hecha pedazos en cama ajena. No es mi cama. Pero es donde hoy quería dormir.
Por màs que me restriego no me raspan las heridas. No me pierdo en su anchura porque no la tiene. Es lo que me gusta de ella. La pequeñez me protege el alma. Últimamente pesa demasiado. Siempre ha pesado. Me despierto con dolores que no son míos. Los 50 mg de las pastillas blancas han adormecido mis riñones, espalda y ovarios. Pero me duelen mucho las últimas palabras oídas esta noche. Como las uñas de los gatos arañando la piel. Como el fuego en las manos. Como la falta de aire. Como cuando ella se fue. Como todo lo que me duele así. Me despierto en una habitación que no es la mía. No es mi cama. Las sábanas no huelen a mí. Por más que me restriego no me raspan las heridas. No me pierdo en su anchura porque no la tiene. Por eso he venido a esta cama. Por donde está. Para no perderme más. A pesar de los dolores de una que impedían mirar de frente al sol de estos últimos días. La ceguera vital que comparto con un amigo que ama la literatura más que a sí mismo pero que no quiere saberlo. Por eso he venido a esta cama hoy. Para encontrarme.
Eso es lo quiero. Usar por fin la palabra encontrar. Lo he encontrado. Entre miradas. Me despierto en una habitación que no es la mía y veo de frente un diccionario de la lengua. La lengua en pedazos. El alma en pedazos. El libro de Clarice que me hace pedazos. La poesía de Alejandra que tengo grabada en el móvil que me hace pedazos. La profunda tristeza que una vez comprendí en ti que me hace pedazos. La sutil diferencia de mi tela de araña que me hace pedazos. La vida que has vivido que me ha hecho pedazos. Tu amor que me encontré cuando todo venía de estar en pedazos. Recoger los pedazos. Morir en pedazos. Amar a pedazos. Dormir hecha pedazos en cama ajena. No es mi cama. Pero es donde hoy quería dormir.
miércoles, 9 de abril de 2014
Right when the soul breaks
"Hubo momentos en que no sólo me olvidé de mí,
sino también de lo que soy."
Samuel Beckett.
Las llaves.
Tu mano.
Las llaves en tu mano.
Las llaves.
Mi mano.
Las llaves en mi mano.
Las llaves.
En mi mano.
sino también de lo que soy."
Samuel Beckett.
Las llaves.
Tu mano.
Las llaves en tu mano.
Las llaves.
Mi mano.
Las llaves en mi mano.
Las llaves.
En mi mano.
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