al hablar de ella,
las caricias de él
sigilosas en tu cuello.
Te sujetan.
Impiden que te salga
la lágrima del dolor
que me acabas de contar.
Todo es limpio, transparente.
El tiempo se ha detenido
entre nosotros hablando de amor.
Y de palabras,
y de melancolía.
Comprendimos que hay encuentros
que son inevitables,
marchas que tienen que ocurrir,
legados que quedan en custodia
y que embellecen nuestra visión de la vida,
y además,
y todos ellos,
nos mantienen enganchados a ella.