Los reyes me han traído
un nombre escrito con pintalabios
en el árbol del paseo
que me llevaba hasta ti
cuando la vida no me sujetaba
cuando era yo, la que la sujetaba a ella.
Noche de Hopper ésta, que se convierte en
rara e insulsa y asquerosamente
dulce de nata y sin sorpresa
cuando no distingo cuál
de las dos maletas que me miran
debe quedar olvidada mañana en la estación.
Hay alguien observando en la habitación
y no es mi otra
que me recuerda cómo
con qué poquito amor he decidido salvar
lo único que hoy no habían intentado arrebatarme
las señoras de la calle con paquetes en las manos
de esos que no hacen felices para siempre
de aquellos que no te dan placer ni un segundo apenas.
Vente conmigo ahora, no tardes, echemos la noche
que nos queda entre poemas y palabras
y Absenta e ilusiones infantiles
de esas que ya no nos quedan de tanto regalarlas cada día.
Si llegas a tiempo de beber
me fumo por ti un sucio y exquisito cigarrillo
echo el humo directamente dentro de tu boca
y si quieres, abrimos los regalos