sábado, 1 de enero de 2011

Paprika: pequeños regalos que nos hace la vida

Dispongo de un reloj de arena

que me dice que todo llega

sin más,

como has llegado tu.


Un silencio que pasa en silencio

que termina y vuelve a empezar

sin más,

como has llegado tu.

Las luces que veo a través de los cristales

cuentan pequeños secretos de alcoba

que nunca he compartido

que nunca me has contado.


A las cuatro y cuarenta y seis de la mañana

del primer dia del año absurdo

te escribo para darte las gracias

por salvarme,

estaba a punto de comerme la puta arena...


Un hombre solo que lee a Huxley

me llena de lágrimas los ojos y me recuerda a ti

porque tampoco sabe qué hago aquí.

pero yo lo he descubierto.


He comido las migajas de una porcelana

y bebido las últimas lágrimas de sangre y espinas

me he dejado la piel por una década que no era mia

pero no me arrepiento de nada

porque todo me queda por hacer.


No disc en mi cabeza, no

quiero seguir bailando el agua

de los patos.


Prefiero mirar las agujas de un cuco

callado para siempre

despues de tirar dos cartas de amor

por la ventana, ahora que llueve,

que la tinta no se fija bien en el papel

que el dinero de nuevo lo es todo para todos

que no entiendo por qué el cielo llora

al no verme sonreir

al mirar a través de los cristales

y ver que no vuelves,

mientras aparece tu reflejo tras de mí

será quizá que no te has ido,

que has olvidado el móvil

para enviar un estupido alfabeto borracho

a alguien como yo, pero con más noción del tiempo.


Si vas a vivir en un mundo sin sentimientos

no quiero compartirlo,

prefiero llorar un vino más

porque hasta el vino

tiene sus propias lágrimas...