lunes, 10 de mayo de 2010

peceras

Para C

Me miras mientras saco
a ciegas una pastilla
del bolsillo derecho
del pantalón que me cosiste ayer.

No me dices que mi dolor no se cura
con una o dos o cinco de esas...
De momento mi dolor sólo
lo curan tus miradas y caricias en el pelo.

De momento me has metido en tu vida
sin preguntarme cuánto me voy a quedar
y de momento
yo quiero, a ciegas, que estés en la mía
ya que no has salido corriendo al conocerla.

Por evitar pragmáticamente
las agujetas que provocan un día de marzo y de repente
las cuestas desconocidas del Albaycín,
me enseñas que en dos años puedes decidir
vivir o morir de pena,
y me enseñas que en un día
un brindis con un Martini seco
te puede decir si alguien quiere quererte
o si te quiere porque le obligan.

Y yo soy un pez de pecera mala
que sobrevive
a todos los cambios de temperatura vital
que provocan los cortes de luz.
Esos que de vez en cuando me despiertan
a las seis de la mañana hora española
cuando yo ya llevo echándote de menos
unas cuantas horas argentinas...

Cuánto he llorado un miércoles
porque llegaba el jueves y de nuevo
me veía luchando contra una copa en la mano
con un cigarrillo en la otra
y a la pata coja por un esguince en el pié izquierdo
que no me dejaba andar por el camino
que tú, antes de irte,
me habías indicado.