jueves, 12 de enero de 2012

Preámbulo del libro de fotografía " Rubén Martín: la tradición al desnudo".


“La belleza es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica.”
Jorge Luis Borges




Probablemente, cuando Rubén cogió por primera vez una cámara fotográfica no pensó en ningún momento crear poesía con las fotos que hiciera con ella, pero así ha sido.
Cuando alguien a mí, que dicen que soy poeta, me pregunta dónde está la poesía, siempre suelo responder que en todas partes donde podamos verla…
A veces me olvido que no todo el mundo es capaz de ver la poesía en las cosas cotidianas, y por supuesto, nunca me había planteado que está en cada uno de nosotros.
Las fotos que pueden encontrar en este catálogo son eso, la poesía en nosotros mismos, reflejada con una delicadeza exquisita que nos transporta a mundos en los que todos, alguna vez o muchas, hemos estado, mundos de soledad en los que la luz se cuela por cualquier rendija.
No obstante, lo primero que deben hacer, me atrevo a pedírselo, es mirar sin ningún tipo de reproche, pudor o prejuicio estas fotos que tienen entre sus manos, y una vez miradas, aprendan a ver con la misma humildad con la que están hechas.
Fotos llenas de sentido vital, de pasión, que nos acercan a un mundo a veces olvidado como es la propia naturaleza, como es la sencillez en las cosas que nos rodean, pero sobre todo, un mundo capaz de llevarnos más allá de nuestros propios límites, allá donde el miedo a lo desconocido puede ser el miedo a nosotros mismos, como mucho.
No debemos tener temor a cruzar el paraíso de la luz, a elegir cualquiera de los caminos que Rubén nos propone, porque es tan fácil como cerrar los ojos e imaginarse ahí, sobre la roca, al otro lado de la ventana, sentado en una silla analizando cómo hemos podido llegar a conocer nuestros bajos fondos, nosotros, que siempre hemos luchado contra ellos.
¡No tengáis miedo!, solo somos nosotros en la piel de ellos, solo formamos parte de la imagen porque es cualquiera de nosotros.
Decía John Berger que hay muchos modos de ver en la vida, yo coincido con él, y hoy tiene ante usted uno de esos múltiples modos, el modo de mirarnos a nosotros mismos con la sinceridad y naturalidad necesaria como para ver lo que somos sin ninguna de nuestras máscaras cotidianas, y aún así, amarnos.
Quizá la oscuridad es donde mejor se ve la sombra, y eso es porque cerca debe haber una luz que la cree, la belleza es igual.
Y esa belleza, está en este catálogo sellada con cada página que pasamos para disfrutar de la siguiente.
No espere encontrar una pauta en las obras de Rubén García, no pida que todas las fotografías estén justificadas, no necesite saber qué significa cada una de ellas.
Simplemente continúe leyendo y verá como nada de esto realmente es necesario en un catálogo de estas características.
La fotografía no supone un robo del alma del protagonista, como antaño se creía, únicamente es una imagen más de las múltiples que los seres humanos tenemos para defendernos de nosotros mismos.
Debemos, les invito a ustedes a que así lo hagan, hacer honores a Susan Sontag cuando se refirió a la fotografía de la siguiente manera:
“La fotografía es, antes que nada, una manera de mirar. No es la mirada misma”.
No necesitan adquirir dotes interpretativas del texto, ni analizar críticamente la imagen que lo acompaña, solo se necesitan a sí mismos.
Busquen la ilusión de saberse especiales porque saben mirar, porque lo son.
Luchen a lo largo de este catálogo por mantener ese espíritu crítico y lleno de pasión que tienen los niños, esos, que aún no se asustan de nada más que de los otros, porque aún tienen claro que poseen el secreto.
No pierdan la capacidad de sorprenderse, por favor, no huyan de las emociones que puede invadirles el mirar de frente cualquiera de estas imágenes.
Y entonces, solo entonces entenderán la pasión por el arte, por cualquiera de las artes, escojan ustedes, me da igual.
En cualquiera de ellas encontrarán lo que Rubén ha sabido plasmar en estas fotos, que la vida puede estar llena de espinas, pero que eso la embellece, porque todo lo que está vivo duele.
La fotografía es el arte de crear más allá de las palabras, y estas fotografías que nos regala Rubén García se separan del lenguaje creando uno nuevo, una prolongación de nuestra capacidad de crear tan solo con el sujeto.
Anteponiéndolo a lo que es el instante, y proporcionando al que lo contempla uno nuevo, que se desarrolla solo para nuestros ojos.
Me atrevo a decir que ante ustedes tienen un Hopper de la fotografía, a la que llegó por casualidad y por causalidad.
La casualidad quiso que fuera una máquina fotográfica lo que alimentara la necesidad de respuestas de nuestro autor, y esa imperiosa necesidad de transmitir con imágenes lo que con palabras no podía fue lo que nos ha traído hoy esta exposición.
Como ven, un cúmulo de circunstancias encerradas en una maleta, en una estación de tren, la que ustedes pueden ver también en una de estas fotografías y desde la que ustedes se pueden trasladar donde quieran, donde necesiten…
Pueden ustedes esconderse en lo más profundo, agarrarse a una rama del árbol más cercano, o abrazar una roca como si nada pasara, como si la tempestad y la tormenta no pudiera con ustedes, pero no lo van a conseguir. No podrán quedar impunes al torbellino de emociones que las fotos de Rubén García les proporcionarán.
No lo duden, acérquense con cuidado, con toda la delicadeza del mundo, porque como dijo Herman Hesse, “ la belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla”.
Hasta pronto…… nos encontraremos en cualquier foto por ahí, en cualquier instante que acierte a compilar todo lo que somos, todo lo que sentimos, todo aquello que no podemos perder, nuestra esencia, esa que está escondida en estas imágenes, en nosotros mismos.