viernes, 4 de noviembre de 2011

La parcela de Dios. Navona Editorial.



Título: La parcela de Dios
Autor: Erskine Caldwell
Traducción: Vicente Campos
Editorial: Navona Editorial
Págs: 248
Precio: 12,50 €





Alguien nos ha jugado una mala pasada. Dios nos puso en cuerpos de animales, pero quiso que nos comportásemos como personas. (…) Cuando uno toma a una mujer o a un hombre e intenta quedárselo sólo para él, no va a encontrar más que problemas y dolor el resto de sus días.”1

Desde que se publicó por vez primera en 1933, "La parcela de Dios", ha sido uno de los libros más leídos y polémicos en Estados Unidos, hasta el punto de que no pasó
la censura y se retiró de librerías por considerarlo inmoral y antisistema, llegando incluso a confiscarse por orden judicial las ediciones hasta entonces publicadas.
Y no es para menos en un país como Estados Unidos.
Hablamos de la historia de una familia sureña durante los años 20, corroída por la
asfixiante sociedad en la que vive. Emparentada directamente con libros
como “Las uvas de la ira", mezcla el lirismo de la literatura sureña con
altas dosis de sensualidad y de humor negro.
El padre considera a Dios un miembro más de su núcleo familiar hasta el punto de que a la hora de repartir las tierras le deja una parte de éstas, de ahí el título de la novela.
Podría definirse con aquella frase en "Las palmeras salvajes" de William Faulkner:
Entre el dolor y la nada, elijo el dolor.” Sin embargo, ni Dios puede evitar que la falta
de ingresos y la destrucción de la cosecha haga que la familia entre de lleno en una
espiral de dolor y traición. Un ciclo que servirá para sacar a la luz las pulsiones
sexuales guardadas durante años por algunos de los protagonistas, y que los inducirán a cometer acciones de dudosa clasificación moral.
Un novela llena de frases memorables como la que introduce estas líneas, que nos
llevan a pensar en lo peor de la condición humana. Cuestionando nuestra moralidad en
condiciones extraordinarias, tanto para bien como para mal, y sobre todo, introduciéndonos en el mundo en el que todos hemos podido estar en alguna ocasión, aquel en el que nuestro lado oscuro está a punto de salir.
El autor lo sabe, y por eso nos da la oportunidad de ver a los personajes con una
naturalidad pasmosa, un realismo tal, libre de juicios, que puede incluso llegar a asustar la sinceridad que muestra a la hora de analizar actitudes como el machismo, el racismo, la injusticia social, y sobre todo la libertada individual vista como “capricho” innegable de todos y cada uno de los protagonistas de la novela.
Circunstancias todas ellas que nos trasladan a una época lejana y cercana sobre todo en actitudes humanas que no han evolucionado tan rápido como ha pasado el tiempo desde
su primera publicación. Los humanos seguimos moviéndonos por el deseo, de hecho,
Aristóteles ya decía que era la única fuerza motriz del ser humano.
Hagamos caso al Estagirita, mantengamos el deseo como único camino hacia nuestra
libertad, pero con cuidado, no olvidemos que la libertad tiene un precio y que todos
tenemos que pagar por ella. Todos.
Para los cinéfilos del cine clásico, las obras de Caldwell: El bastardo ( 1929), El camino del tabaco (1932) y La parcela de Dios ( 1933) fueron llevadas al cine por John Ford y Anthony Mann, guardando una fidelidad asombrosa con la obra original, algo a lo que no estamos acostumbrados, así que os recomiendo encarecidamente que las visionéis , porque no os defraudarán, como no lo hará este libro ni su autor, Erskine Cadwell, del que Ezra Pound dijo que era uno de los cinco mejores narradores de la literatura norteamericana.
1
Erskine Caldwell, La parcela de Dios (God's Little Acre, 1933), 2008, Navona. Pág 241