jueves, 10 de noviembre de 2011

RESEÑA DE " TINTA".


Título: Tinta
Autor: Fernando Trías de Bes
Editorial: Seix Barral
Págs: 160
Precio: 16 € / 10,99 € (Ebook)

La primera vez que me acerqué a Confesiones, lo hice de mala gana. No encontraba, a primera vista, nada que me impulsara a leer a San Agustín, sino más bien lo contrario.
Un amigo me dijo una vez que la ignorancia es gratuita y cierto es, y con el tiempo releí las Confesiones y encontré el motivo, ese mismo motivo que desde que enfermé de libros he ido encontrando casi en todos ellos.
Fue en Milán, si mis conocimientos de historia no me fallan, casi en el siglo V, cuando San Agustín se encontró con el Obispo Ambrosio justo en el momento en el que el arte escrito se creaba como hecho artístico y cuando la palabra escrita adquirió preeminencia en relación a la palabra hablada.
En Confesiones podemos encontrar la frase siguiente: “Cuando Ambrosio leía,
sus ojos recorrían las páginas, y su corazón penetraba el sentido, sin decir palabra ni mover su lengua. Muchas veces –pues a nadie se le prohibía entrar ni había costumbre de avisarle quién venía– le vimos leer calladamente y nunca de otro modo, y estando largo rato sentado en silencio, me largaba, conjeturando que aquel poco tiempo que se concedía para reparar su espíritu, libre del tumulto de los negocios ajenos, no quería se lo ocupasen en otra cosa, leyendo mentalmente, quizá por si alguno de los oyentes, atento a la lectura,hallara algún pasaje oscuro en el autor que leía y exigiese se lo explicara”
.
Sabemos que la manera de preservar la palabra escrita ha ido evolucionando con el paso del tiempo, de las tabletas de arcilla o pizarra, a la madera, la cerámica y los rollos de papiro.
Sin embargo, no sería hasta el primer milenio cuando se empezara a utilizar el códice y el pergamino. Más adelante, en China se inventaría el papel que una vez en el mundo árabe y en Occidente, sería la base de la producción de libros que inició Gutenberg en el siglo XV.
La escritura perdura en las palabras y estas en nuestros corazones. Podríamos decir que las palabras que escribimos son las que nos hacen seguir vivos.
Todos hemos oído alguna vez la manida frase que evoca al viento como un ladrón de palabras, pero no creo que sea así.
Me gusta pensar que el viento lo que hace es que las palabras que nosotros no necesitamos las lleva a otros lugares donde alguien aún no ha encontrado la manera de decirle a otro alguien un “te quiero”. Las palabras son nuestros motivos. Como lo son para los protagonistas de Tinta, esta novela hermosa que se lee con pesadez en el alma a medida que uno se da cuenta de que las páginas que tienes en la mano derecha cada vez son menos en comparación con las que han quedado en el lado izquierdo.
Y vas guardando las palabras en el alma, y buscando, como ahora dónde esconderlas.
En Tinta, encontramos las palabras, deliciosa y literariamente ensambladas para que la historia empiece y termine con una perfección de diccionario, es una obra de arte y como tal tiene esa capacidad de no dejar indiferente a nadie de los que la hayamos leído.
En su novela, Fernando Trías de Bes actúa como intermediario entre un librero, un
matemático, un impresor, un editor y un corrector para que todos ellos compartan su
angustia existencial, la misma que les ha llevado a publicar el LIBRO. Un libro, escrito en mayúsculas.Será el azar, el que siempre consigue las mejores cosas, el que aporte su granito de arena, para que todas las sinrazones de nuestros protagonistas pasen a un segundo plano, si te tiene un motivo entre manos.
No creo que sea nada fácil conseguir que una historia sencilla, narrada casi como un
cuento, contenga un artefacto artístico perfecto que permita que el lector llegue al nivel de lectura que más desee o para el que cada uno esté preparado. Esto es lo bueno que tiene Tinta, que establece un vínculo con el lector que ambos necesitan para seguir existiendo,
porque sin ellos la máquina literaria no existiría.
En teoría literaria lo primero que se defiende es que el significado de una obra literaria depende tanto del que la ha escrito como del que la lee, y lo que hace Fernando Trías es regalarnos un cuento como Tinta, para que todos podamos comprender esta idea. Este es el poder asombroso de la literatura, por esto leo y por esto me dedico a ella. Porque siempre he encontrado en los libros aquello que necesitaba encontrar, siempre he sabido lo que me querían decir, y sobre todo, siempre he encontrado las razones para seguir queriendo que las palabras sean mi razón de vida.
Elvira Ramos