Elvira Ramos es una
mente inquieta y un corazón aguerrido a la crudeza de la vida que no
descarta la posibilidad de lo extraordinario. Sus poemas reflejan lo que
todos y cada uno de nosotros nos planteamos en nuestros ratos de
soledad. Se tratan de excreciones necesarias. Actos regenerativos que
implican la contrucción de entidades propias con las que nosotros
podemos comunicarnos posteriormente. Los poemas de Elvira son los
espejos de los que habla Stanislaw Lem en la órbita de Solaris. Nos
ayudan a encontrarnos con nosotros mismos.
¿Cuándo empezaste a interesarte por la literatura?
Con Niebla, a los catorce años. Antes había leído mucha literatura
infantil y juvenil, pero cuando leí a Unamuno y encontré más respuestas
que en ningún otro sitio comprendí que mi mundo era ése. A los 16 años
lo releí, y nada era como recordaba pero sí exactamente como necesitaba
en ese momento. Ahí supe que la literatura permite una recepción acorde
al momento en el que te encuentres, que nunca nada es igual en la
siguiente lectura y que no quería hacer otra cosa que no fuera esa,
descubrir.
¿Ya por entonces comenzaste a escribir?
Sí. De hecho, hace poco colgué en mi blog un poema que había escrito
con 16 años, que por cierto me quedé hecha polvo cuando leí cómo y lo
que escribía con esa edad... Siempre he escrito, porque me ayudaba a
poner en orden mis ideas, a entender qué me pasaba por la cabeza y era
la única manera que tenía de transformar la realidad o la no realidad en
algo que me gustara. Ahora escribo porque no puedo no escribir. Es una
de mis muchas enfermedades para las que no hay cura. En ninguna de las
acepciones de la palabra.
Es decir, ¿utilizas la poesía como una herramienta para comprender el mundo?
No, no. La utilizo para entenderme a mí misma en este mundo, con ella
transformo la realidad y hago realidad lo que quiero. Con mis poemas
consigo a veces que la gente se identifique en ellos. Mi ficción se hace
realidad en la vida de alguien que la ha leído.
Entonces, de alguna manera, ¿lo que intentas es comunicarte con gente similar a ti?
Yo intento comunicarme con la gente, no me importa si nos parecemos o
somos antagónicos. De un tiempo a esta parte no dejo de sorprenderme
con la diversidad de personas que tras escuchar mis poemas o haberlos
leído se han acercado a mí o se han puesto en contacto conmigo para
hablar sobre ellos. Hace unas semanas en un recital que di en un pueblo
de Huesca, una señora de 75 años se acercó y me dijo que ella también
había vivido muchas de las cosas que yo cuento en mis poemas, y que me
daba las gracias por hacerla sentir que había merecido la pena. En ese
momento entiendes que no es tuyo lo que escribes, es de quien lo lee y
se apodera de ello, aumentando así las interpretaciones que del poema
pueden surgir.
Claro, aunque supongo que las interpretaciones vienen
delimitadas por los temas que tratas. Sueles hablar mucho del amor, ¿te
consideras una persona romántica?
Bueno, la palabra romántica puede llevar a equívoco. Si te refieres a
si creo que el amor es lo que mueve el mundo sí. Pero el amor tiene
muchas maneras de ser, en mis poemas hablo mucho del amor, pero junto a
él y de su mano van el odio, el deseo, la locura, la necesidad, la
búsqueda, la lealtad, el sexo, la amistad, la muerte... El amor del que
yo hablo en mis poemas no es sólo el de besos y abrazos, que me interesa
menos. El que me quita el sueño de verdad es el que puede volver loco a
alguien, el que hace que un padre abandone a sus hijos, el que consigue
que una mujer elija, se decante por ser mujer o ser madre en un
momento dado. Me inquieta profundamente el amor del que no se puede
hablar porque es desconocido y asusta. En mi nuevo poemario se verá ese
amor. El de las letras minúsculas pero que está casi más presente que el
escrito en letras mayúsculas en nuestras mentes.
"el amor tiene
muchas maneras de ser, en mis poemas hablo mucho del amor, pero junto a
él y de su mano van el odio, el deseo, la locura, la necesidad, la
búsqueda, la lealtad, el sexo, la amistad, la muerte."
Un amor difícil de explicar y de entender. ¿Algo así como el que manifestaban escritores como Bukowski o Fante en sus historias?
Un amor de soledad de Carver en Tres rosas amarillas, del descaro de Almudena Guzmán en Usted, de deseo de Las amistades peligrosas de Choderlos, de venganza en A propósito de Silvia,
de Felipe Benítez Reyes, de suciedad en Bukowski, de locura en
Pizarnik, de dolor en Artaud, de satisfacción en Lispector, de perdón en
El hijo del legionario de Aitor Saraiba. Como te decía, los amores matan o te hacen resucitar, depende del momento.
Se hace difícil, en cualquier caso, hablar del amor en la
actualidad. Parece que buscamos la solución a nuestros problemas en
contextos superficiales y materiales. ¿Hay carencia de amor en nuestra
sociedad, o quizás existe pero se encuentra enfocada de manera errónea?
No creo que haya carencia de amor. Hay carencia de valentía para
reconocerlo. Nos hemos visto inmersos en un mundo de miedo y de falta de
franqueza que nos tiene encadenados a un poste podrido, es decir, con
que demos un tirón lo tumbamos. Pero claro, cuando llevamos tanto tiempo
pensando que no somos capaces, es complicado. Creo que todos amamos, el
truco está en las cosas pequeñas, en amar como si no hubiera un mañana,
como dicen en las pelis, con la putada de que en las pelis siempre hay
un mañana y nosotros no lo tenemos. En todo caso, la carencia no estaría
en la sociedad sino en nosotros que somos los que la conformamos. Pero
ya te digo que basta con mirar alrededor, levantar la mirada de nuestros
ordenadores, libros, tabletas, móviles y querer menos por sms y más con
sonrisas.
Tú hablas con valentia, de eso no hay duda. No sólo porque
tratas el tema del amor de esta manera, sino porque te desnudas verso a
verso frente a la inmensidad del público. ¿Nunca te ha dado miedo el
darte a conocer de forma tan íntima a la gente? De alguna manera, es
posible acercarse a tus defectos y a tus virtudes, a tus sueños y a tus
pesadillas a través de tus poemas...
Pero si es que todos los que trabajamos en algo relacionado con el
arte nos desnudamos. No creo en la creación si no es así, sincera. El
comisario de arte, colocando y seleccionando las obras, el pintor con
los colores, el escritor con sus personajes, el músico con los
compases... No creo que me desnude más que un tío gritando a su mujer en
la calle, una mujer pegando a su hijo o una persona anónima empujando
en un paso de peatones a un anciano y pasando de las disculpas.
¿Qué temas sueles tratar en tus poemas además del amor y la soledad?
El tema principal de mi trabajo, el que me quita el sueño es la
libertad. Y dentro de la libertad he encontrado los recovecos para
experimentarla o cohibirla, como son el amor, la soledad, el sexo y el
lenguaje.
¿Existe alguna relación entre el sexo y el lenguaje?
Son vehículos de comunicación que nos ayudan a decir qué necesitamos
cuándo y de quién. Si diéramos tanta importancia al uso del lenguaje
como al sexo veríamos que están unidos. La literatura es como el sexo,
se puede vivir sin ello pero se vive jodidamente peor. La última vez que
me acosté con alguien empezamos a hablar y leer poemas de Usted, un libro de Almudena Guzmán y terminamos en la cama. La literatura bien aprovechada es el mejor afrodisiaco que hay.
¿Qué importancia tiene el sexo en tu vida?
Cuando lo hay mucha. Jajajaja. Y cuando lo ha habido de mucha calidad puedo decir que fue terapéutico y altamente liberador.
¿Cuáles son los pequeños placeres con los que disfrutas en tu día a día?
Ahora estoy en un día a día de decirle a la gente que quiero cuánto
los quiero, y no hay mayor placer para mí que el privilegio de querer a
alguien sin condiciones. Leer un poema y pensar en alguien a quien le
pueda gustar y enviárselo, una llamada inesperada de alguien o a
alguien, encontrar un libro que huela y que había dado por perdido o
despertarme con la imagen de alguien a quien echo de menos en la cabeza.
Esos son privilegios cotidianos que hasta ahora nunca había tenido en
cuenta.
Entre los autores que has citado antes, has olvidado nombrar a
uno al que sueles hacer referencia en tu obra. ¿Por qué Jaime Gil de
Biedma?, ¿qué tiene él que no tengan otros?
No quiero decir que otros lo hicieran, pero él nunca se escondió, ni
social ni políticamente. Leyendo sus cartas a amigos como Barral o
Ferrater, podemos ver cuánto le costó aceptar su forma de ser, sus
inquietudes vitales, sus inclinaciones sexuales. No para sí mismo, sino
comprendiendo lo difícil de aceptar que sería y de hecho fue para su
familia. A parte, por descontado, que la poesía de Jaime siempre me ha
parecido una poesía limpia, poco pretenciosa, con una mezcla de ternura y
maldad complementarias. Así como la poesía de otros autores que también
están presentes en mis poemas, como Ángel González o García Montero
pueden en ocasiones resultar empalagosas, nunca me canso de leer a
Jaime, porque es como si hubiese escrito algunos de sus poemas mirándose
a un espejo, aceptando las arrugas y aquello en lo que se estaba
convirtiendo por ser fiel a su naturaleza, y eso no todos estamos
dispuestos a hacerlo. Tengo en mente poemas como Contra Jaime Gil de Biedma y Pandémica y Celeste, fiel reflejo de lo que quiero decir.
¿Y Panero? ¿Existe alguna relación en la forma en que ambos se expresan?
Sí. Panero guardaba menos las formas, bajo mi punto de vista, por una
elección personal. Siempre he considerado la poesía de Panero más
psíquica y la de Gil de Biedma más corporal, por lo tanto ambos hablan
de lo mismo: el hombre, cada uno desde una perspectiva diferente. Pero
ya te digo q es mi opinión. Un amigo mío poeta te diría que Panero sería
el chico que estaría toda la noche hablando en la barra del bar con la
chica, para conseguir que se fuera con Jaime...
Volviendo a tu obra, ¿cómo te gustaría que la gente se
enfrentase a la lectura de tus trabajos? Me refiero a la situación, el
ambiente, la compañía, ¿cómo crees que se entienden mejor?
Me gustaría que la gente se acercara a mi obra cuando quieran y como
quieran, porque el privilegio es que lo hagan, lo demás es secundario.
Si la propia poesía vive en la calle, no sé por qué voy a elegir yo un
palacio para exponerla. A veces nos olvidamos de lo importante, y lo
importante es el lector, no la silla en la que se siente, sino la mente y
el corazón con los que mire. No obstante, con un gin tonic, amigos y un
cigarro, como que la poesía se pone bonita... jajaja. Sobre todo
algunos poemas de Jaime.
Siempre he pensado que la poesía se disfruta en soledad. Esto
cambió cuando tuve la oportunidad de ir a uno de tus recitales. ¿Qué
sensación te deja el enfrentarte al público en directo hablándoles de
tus más sinceros sentimientos?
De vacío y de hambre de volver a escribir. De todas formas, no hablo
de mis más sinceros sentimientos, sino de los más sinceros sentimientos
de cualquiera. Todos sentimos las cosas que yo escribo en mis poemas,
cada uno con una intensidad determinada, pero gestionar eso es
complicado, y yo con la poesía y el arte lo gestiono.
¿Encuentras motivaciones a la hora de escribir en otros campos que no sea la literatura?
Por supuesto que sí. Ultimamente he encontrado en el cine y la
fotografía mucho material de análisis. He retomado mi manía de recortar
fotos que veo en prensa que me dejan fuera de juego por una razón u
otra. La última sin ir más lejos fue la película Persona y una foto que he visto hoy en prensa sobre un tiroteo en Guatemala.
¿Cómo almacenas estás fotos que recortas? ¿Las colocas en
algún lugar concreto todas juntas? ¿Asocias algún texto tuyo a ellas en
el momento de recogerlas?
Te sorprenderías... Tengo un corcho donde cuelgo las que me mantienen
alerta, las que más me duelen o las que me recuerdan algo muy cercano.
El resto de imágenes las tengo en cajas de zapatos y las que tengo en
formato digital las pongo en el fondo de pantalla para que estén
conmigo mientras trabajo. Las que estoy usando en mi nuevo proyecto las
tengo entre las páginas del libro que estoy leyendo ahora. Porque
también sufro el hecho de estar haciendo una cosa y de repente me invade
una imagen o leo algo que me obliga a escuchar
¿Utilizas estas fotografías como elementos para construir tus
poemas? Quiero decir, si vemos cada fotografía como un recuerdo, un
momento pasado, ¿Estás interesada en reconstruir dicho momento a través
de las palabras?
Más que utilizarlas en la construcción soy consciente de que si me
transmiten esa necesidad de guardarlas, si reclaman mi atención es que
contienen algo que yo ya he interiorizado. Me ayudan a reconstruir lo
que tengo dentro en el sentido de que, me ha pasado con varias fotos,
descubro qué es exactamente lo que quiero decir, y cómo decirlo. Eso,
por ejemplo, me paso con una foto de un niño en un vagón de tren que era
un refugiado de la guerra de Yugoslavia. La guardé en su momento y hace
unos días entendí el por qué. Es una frase de mi último poema.
Crees que tus poemas pueden agruparse según el momento en qué
los escribiste? ¿Eres consciente de haber pasado por diferentes etapas a
la hora de escribir?
Por supuesto. Además, es tan evidente que no puedo negarlo. Es más,
mis poemas, podríamos decir que son ciudades, personas y cosas. Si
leemos poemas escritos por ejemplo en Madrid y a continuación alguno
escrito en Granada sobra cualquier explicación. Como la luz y la
oscuridad, diría mi abuela que lo que se ve no necesita candil, y mi
evolución literaria es evidentemente pareja a mi movilidad vital. Y
además necesito que sea así, para poder avanzar.
Y ahora mismo, ¿en qué etapa te encuentras? ¿Cómo la describirías?
Ahora mismo estoy en la fase que todo el mundo ha tenido alguna vez y
que tan bien se explica con un NO PUEDO CON LA VIDA. Estoy abrumada por
todas las emociones que tengo, me dejan hecha pizcos, que me dice mi
amiga Sara Toro. Pero a la vez estoy descubriendo cosas de mí que me
encantan, y me están ayudando a trabajar mucho mejor. De manera más pura
con lo que soy y lo que tengo. Y por supuesto, como emocionalmente
estoy en plena ebullición y la vida no deja de sorprenderme, mis
trabajos, creo, son mucho más luchadores, más reflexivos, posiblemente
menos críticos y más de agradecimiento. Por ejemplo, tengo en mente la
contraposición de los poemas Contrarreforma Laboral y El privilegio. Sin la rabia del primero no podría haber llegado a la serenidad del segundo.
Hay autores que necesitan encontrarse en ciertos estados
depresivos para exteriorizar sus sentimientos, parece que en el arte
encontramos continuamente el arquetipo de autodestrucción como un
justificante para la creación ¿Te sientes relacionada con esto?
No asocio directamente la autodestrucción con la creación, quizá
indirectamente, pues considero a ambas como formas de exploración. No
todos los artistas son autodestructivos y todos los autodestructivos
tienen cualidades artísticas. Lo que pasa con esa relación es que está
más que probado, como dirían los americanos, "científicamente", que las
personas con una alta sensibilidad son más propensos a ese infierno que
es la tendencia autodestructiva. Además, con esa propaganda o mal uso
del malditismo artístico, solo es una opinión pero no quiero
guardármela, creo que nos olvidamos de que la creación tiene un
componente sanador que nos permite a los autodestructivos percibir los
límites. Creo que la autodestrucción asociada al artista no hace
justicia. Y es posible que si analizáramos en qué consiste la
autodestrucción nos sorprendiéramos de que está más presente en la gente
"no artista" que en los creadores en sí. Lo único que como la obra de
los segundos se ve, parece que su existencia es mayor. Me parece igual
de autodestructiva una adicción al alcohol que al trabajo. Ambas
aparecen para tapar un horrible hueco en el alma de la persona.
Antes has asociado las etapas de tu obra a dos lugares
concretos: Madrid y Granada. ¿Que diferencias hay entre estas ciudades?
¿Qué te han dado y te han quitado cada una de ellas?
Esta pregunta es la más sencilla de responder. En Madrid hubo un
momento que creí que me iba morir y en Granada me ha sido devuelta la
emoción por la vida. En la primera fui feliz en la segunda SOY. Además,
en Granada he aprendido la lección más importante de mi vida. Que la
vida nos sujeta precisamente porque no es como la esperábamos. Y me
tienes que creer cuando te digo que cambia mucho la percepción de uno
cuando mira de frente.
¿Has tenido la oportunidad de publicar alguna vez tus poemas?
He hecho públicos mis poemas. Algunos han aparecido en prensa
cultural, otros impresos a bajo coste y vendidos en recitales, dentro de
poco aparece un bello poemario con un formato inspirado en los
poemarios clásicos chinos que se presentará en Granada. Pero lo mejor de
todo, es que mis poemas son leídos por me temo gente que menos sospecho
y eso me emociona. Y es lo único que me importa.
Antes nos decías que sueles encontrar inspiración en otras
disciplinas al margen de la literatura. Estaría bien conocer algo de tus
gustos. ¿Qué música sueles escuchar?
Puff, soy muy ecléctica. Desde Ray Charles, a Liza Minelli, Morente,
Astrud, Benabar, Benny Goodman, Edith Piaf, Morrisey, BSO de la última
peli que haya disfrutado, Kitaro, Chavela, Seal, Bach, jazz...
Y en cuanto a cine, ¿cuáles son tus preferencias? ¿Algún director o película a la que acudas regularmente?
!Hay tantos amores! La nouvelle vague y el cine italiano neorrealista
creo que impresdindibles. Cronenberg de repente llama a mi puerta
mucho,. A W. Allen le hago el caso justo, una peli si y la siguiente no.
Como me pasa de un tiempo a esta parte con Almodovar. Ahora he vuelto a
Bergman... Y las pelis q no me cansan nunca son; La dolce vita, Último tango en París, Amores Perros, Casablanca, Medianoche en Paris, Ladrón de bicicletas, Matrimonio a la italiana, Las invasiones bárbaras, y casi todas de Rodrigo García.
En tu extenso conocimiento de las obras literarias, ¿serias capaz de seleccionar algunas para recomendar a nuestros lectores?
Te las digo más o menos ordenadas, para no liarnos mucho. En cuanto a poesía, Introducción a todo, de Berta García Faet. Como Novela la trilogía de Marguerite Yourcenar, El laberinto del mundo. La poesía del pensamiento de George Steiner como ensayo. y de teatro Ubú Rey
de Alfred Jarry. Tres autores de reencuentro que me gustaría destacar
son: Samuel Beckett, Enzia Verduchi y Georges Perec. !Ah!, y me gustaría
recomendar un título que conecta mucho con el momento en el que me
encuentro. Es el libro de David Foenkinos, La delicadeza. Ha sido toda una sorpresa.
Y por último, un poema tuyo para terminar estaría bastante bien.
Sin duda, Parada del urbano número siete. Y de él una frase: "Los pasos que no doy son oportunidades perdidas más allá del tiempo gastado en lamentos".
Los pasos que no doy
son oportunidades perdidas
más allá del tiempo gastado
en lamentos.
Esta noche he contemplado
el final de la escalera
con una ginebra en la mano
y no me la he bebido
por amor a mí
que ya es bastante.
Hoy recuerdo mi recuerdo
en el suelo tirado
pidiendo a gritos en silencio
que me empujaras a un abismo
en el que yo ya había estado.
Perdí muchas oportunidades
en ese escalón hecho de pasos mal dados
donde ahora tu mano
me ha traído los zapatos de vuelta.
Un placer por tu colaboración Elvira. Sólo me queda
agradecerte tu disposición a esta entrevista y darte la enhorabuena por
tus poemas.
Si tengo que terminar con tres palabras: emoción, distinción y privilegio.
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