domingo, 27 de enero de 2013

Poe+persona II: Alicia Chamorro



 Billete de ida.

Te escribo desde el tren. Una azafata salió a recibirme, aunque al comprobar que mi billete no era del apartado nocturno soltó la maleta y casi me golpea en un pie. Será que la culpa del desprecio es nuestra por entrar por la puerta equivocada. El vagón del fondo está saturado de ojos muy abiertos. Huele a sudor de casa-patera y a ropa ahumada. Pero me ha tocado un asiento con mesita junto a un señor de camisa planchada y uñas limpias. Me llevo tu poemario, ese en el que ninguno de los besos era para mí, excepto el número seis. Ya sabes, para las noches malas. Lo pondré encima de mi cama, como siempre hice en todas mis camas. El marca páginas es un Ocho de corazones, para acordarme de salvarme de los trucos de palabras.
Un niño está vomitando un jugo amarillento, lleva desde el desayuno sin comer. Una señora que se sale de sus zapatos le da una manzana; tiene gusano, pero es una manzana roja. Todos los labios se aprietan, nadie dice nada. De entre todos los bolsos, hemos reunido siete caramelos y para las cenas del próximo mes.
Me prometí no cargar cadenas en la maleta, pero cometí la imprudencia de mirar a los ojos de mi padre antes de cerrarla. Le ha salido postilla en la pupila de tantos meses de paro e insomnio. Voy a ganar mucho dinero fuera, o el suficiente para que mi hermana se gradúe y tú publiques tu libro. Para mientras, te ingresé las monedas que encontré en el bote del cajón de mi lencería. La de los bordados caros se la regalé a una puta de ojos tristes. Bueno, y al acordeonista de la catedral le he pagado tres cafés, y le he comprado al de la cuesta el incienso que te gusta y esta postal pintada de memoria, es Buenos Aires.
Dolores de ti. Te quiero.
Todos deberíamos pedir versos en el asunto de las transferencias, hacer de los recibos que anuncian desahucios tarjetas de floristería. Podrán empaparnos de pobreza, pero el exilio no me aleja ni un poquito de quererte. Y porque factura rima con fractura, precisamente ahora que somos más pueblo que nunca.
Todas las caras están serias y esta semana es Nochebuena. Que qué me pediría, me dijiste... un billete de vuelta a casa.

                                                         Alicia Chamorro.



Exilio.

Desprecio la culpa que te llevas
la ropa usada que llorando
metiste en la maleta.
La música del acordeonista
de este templo -tucuerpo-
que parece catedral.
Desprecio los labios que se aprietan
sin besos
en la sala de embarque
hacia una moribunda Europa.

Detesto que mordieras la manzana
lo detesto
pero más detestaba el hambre
que pasabas de palabras bonitas
y emociones.

No me vas a joder más
gritaste en el aeropuerto de Madrid.
Estaba detrás de la columna tricolor.

Y ahora tengo Dolores de ti
cuando te pienso.
De lo lejos que está
la luz de tus ojos
tu locura de querer vivir del cuento.

Terapia de palabras y
pronto estoy contigo
pronto
escuchamos Flamenco.