Hoy, hace apenas un minuto
un gato del Albaycín
me ha declarado su amor
con un pájaro muerto
en la puerta de mi casa.
Yo le he dicho que si volvía con helado
del Mercadona, por supuesto,
le hacía un hueco en mi cama
y leíamos poemas de amor, de Jaime,
de esos
que hacen que hasta las hormigas
se reproduzcan
como los panes y los peces
por obra del lenguaje
y de las semillas que papá
dejaba en mamá
hasta hace apenas
un par de años.
Justo cuando los reyes
empezaron a dejar de serlo
y se convirtieron en un poema de
a diez euros la hora.