Una lee listas de libros vendidos
y se cree más lista que nadie
solo porque no está en ellas.
Una lee los horarios de tutorías de la universidad
y ya sabe cuáles serán las horas
que nunca pondrá en atención.
Cuando nos hemos bebido más de cinco cervezas fresquitas,
como me dicen que de un tiempo a esta parte me estoy volviendo,
es cuando abro el portátil y escribo
el poema de amor que nunca será amado.
Qué harta estoy de todo
en esta ciudad,
donde los volúmenes de poesía
se publican con números romanos para engañar
a aquellos que esperan un segundo.
Sin saber que la otra sentimentalidad
ha muerto con la sarna de los gatos del Darro,
que escucharon cómo se marchaba aquel que nunca se vendió
para quedar más solo que la una.
Ya me marcho también,lo sé,
se ha roto un vaso en la mesa cuando te he enseñado mi sonrisa,
cuando he pronunciado tu nombre,
cuando te he dicho al oido
que sabía cuánto costaba el peganmento en el supermercado
porque lo compro para mi corazón,
cada vez que voy a comprar tu libro,
y me cuentan que a la Atlántida
nunca llegan las cosas a su tiempo...