jueves, 12 de marzo de 2009

A veces tenía la sensación de que todo se le iba de las manos.
Su marido la miraba solo como a la madre de sus hijos, pero necesitaba sentirse amada como mujer, también era hermana y amiga.
Cuando más se temía era cuando las ideas para terminar con todo se agolpaban en su mente.
Sentía latir el corazón muy rápido.
Escogió el mejor vestido que tenía y se peinó con la serenidad del que se tomará un largo reposo cuando todo haya acabado.
Al colocar el cepillo en el tocador, su dedo rozó el portarretratos que tanto le gustaba.

Lo miró y dejó de sentir frío.
Silencio.